Las tablas saben un poco mejor si conducimos las piezas negras y para Anand en esta ocasión cumplieron además otro objetivo primordial, recuperarse de la dolorosa derrota en la partida anterior y evitar otro golpe consecutivo que lo hubiera sacado por completo del match. De lo anterior pudiera inferirse que Magnus fue el perjudicado con este empate pero nada más lejos de la realidad, añadió otro medio punto al marcador y como todo suma, está un poquito más cerca de su objetivo. Con ambos felices a su manera se jugará mañana la crucial octava partida en la que Anand abrirá con 1.d4 y Magnus intentará igualar por primera vez en lo que llevamos de match.

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  • La séptima partida
    Foto: Retransmisión oficial

¿Qué puedo decir de la partida de hoy?

En general fue una partida muy técnica, extensa como ninguna de las anteriores, en la cual la lucha transcurrió a un nivel técnico muy alto, tan alto que ello provoca que muy pocos ajedrecistas puedan disfrutar a tope de la partida. No es una crítica a ninguno, ellos hicieron lo que tenían que hacer, uno luchó por ganar y el otro hizo todo lo correcto para evitar perder y el empate fue justo.

A lo que me refiero es a que para entender cada jugada y las sutilezas que se desprendían de ellas era necesario tener un nivel realmente alto en el ajedrez, no fue una de esas partidas donde el aficionado que recién comienza va disfrutando a través de diferentes escaramuzas tácticas por uno y otro flanco.

Fue una Defensa Berlinesa, favorita en ambos matches. Por primera vez entraron en el famoso final, el cual por cierto ambos juegan con cualquier color en los torneos en que participan. Magnus eligió una línea popular y la teoría se extendió hasta la jugada 25. Muy poco después, ante el alarmante progreso registrado por la posición blanca, Anand decidió adoptar una medida de emergencia, sacrificó su alfil por dos peones y se resignó a sufrir por un largo tiempo.

Se sabía bien que el final era tablas pero encerraba múltiples detalles técnicos que hacían incuestionable éticamente el comportamiento de Magnus de seguir y seguir torturando a su rival. Hay ocasiones en que se cruza una línea roja de respeto hacia nuestro adversario pero esta no fue una de ellas. Magnus tenía por supuesto todo el derecho a seguirlo intentando hasta la jugada que fuera. Un punto a este nivel es demasiado valioso y siempre había oportunidades de errar para las negras.

Anand no perdió la calma ni sus 44 años le pasaron factura. Supo aguantar de forma ejemplar hasta la jugada 122 en que sobre el tablero quedaron los dos reyes y un caballo.

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