A la caza del primer título
Durante los años 1970-1973 participé con mucho éxito en las competiciones escolares y juveniles.
En 1974 fui convocado al Campeonato Nacional Absoluto en Varadero. Fue mi primer contacto con la más selecta élite cubana y obtuve un resultado notable, que me lanzó hacia metas mayores.
Los ajedrecistas aspiran a títulos, como en muchas otras profesiones. Has prosperado, juegas bien, te sientes fuerte, es hora de buscar un primer título. Ese momento llegó para mí después de mi gran éxito en Varadero.
La XI edición del Capablanca se jugó en la ciudad de Camagüey. Un grupo A, por encima de mi nivel, ganado por el sueco Ulf Andersson y el Grupo de Maestros, ganado por el inglés Raymond Keene, donde me ubiqué segundo, a holgada distancia del resto de los participantes.
Al término de la penúltima ronda, había ya obtenido mi primera norma de Maestro Internacional.
En mi primer Capablanca logré una actuación arrolladora, logrando ganar 8 de las 15 partidas disputadas. El siguiente cubano se ubicó a 2.5 puntos de distancia.
¿Me esperaba yo esto?
Bueno, venía inflado de Varadero y como chico joven era orgulloso y optimista pero aun así era muy pronto para pensar en normas.
Un mes antes era un improbable suplente aspirando a jugar el Nacional y no me había enfrentado todavía a ningún rival extranjero. Al Capablanca caí como en paracaídas y en la quinta ronda sufrí un duro correctivo con blancas frente al veterano MI colombiano Boris de Greiff, una persona entrañable contra quien no se suponía que fuera a perder.
Mirando las cifras, no es nada común obtener una puntuación tan elevada, 11 de 15 posibles, así que, aunque no me lo esperaba, este resultado me llenó de satisfacción.
La norma definitiva.
Me percato de que he escrito bastante más sobre el primer Capablanca cuando en este segundo obtuve el primer lugar, además de la norma definitiva. Es un reflejo de lo mucho que significó para mi la sorprendente actuación en 1974.
Para este siguiente Capablanca en 1975 y en solo un año de por medio, sentía que mi ajedrez había prosperado una barbaridad, quizás como resultado de viajar a una larga gira por Europa que incluyó la Olimpiada en Niza, un match en Gran Canaria y el Mundial Estudiantil en Inglaterra.
Mi resultado en Cienfuegos 1975 no me sorprendió para nada, era justo lo que esperaba.
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